martes, agosto 28, 2012

Sólo el amor a un mismo lo puede todo

             Sólo el amor a uno mismo lo puede todo, y es que aunque la evidencia te aplaste como una roca milenaria y rodante, si tu abuela te dijo que servías para ello, te lo vas a creer.
Suena muy romántico y muy americano, pero desde luego que esta es la base para todas las ineptitudes y negligencias,

 vaya cuento desmontado en un párrafo.

Por ello, esto me lleva a hablar de la relatividad, de la imposibilidad ante la determinación total en algo, y sobre todo, de la excelencia del eclecticismo, cuyo significado no sé porqué no es aún doctrina, como mínimo.

                Es evidente que una vida está llena de caminos y senderos que no pueden parecerse a otros, o que en un momento dado sólo podemos tomar uno, y aquí es donde viene el impepinable respeto que se le debe dar a las reflexiones y a las decisiones, aunque sea el color de tus últimas gafas, o el nombre de tu primer hijo.

                Se podría confundir el eclecticismo con la indecisión, o con tener el cuerpo relleno de horchata, pero nada más lejos: Tener el privilegio de tolerar todos los antónimos, te consigue el equilibrio que la mayoría persigue. Esta capacidad abarca desde poder bailar cualquier música, admirar todos los países que visites, hasta poder evitar todas las discusiones que te podrían llevar a una vida cíclica y amarga.
Por otro lado, todas aquellas personas que nunca admitirán al PP/PSOE/ETC como un partido político apto para gobernar, quien nunca aceptará a una pareja de hermanos casados, o quien jamás se vaya a decantar por otra cosa que no sea desayunar café de máquina en el bar, porque en casa no es lo mismo, lo siento. La verdad es que sí, porque la neutralidad no apoya a todo ello, ni lo cuestiona, simplemente ve, y anota, y entonces alguna zona del cerebro nos puede sacar de esta línea para tomar más una orientación que otra, pero nunca sin tomar la pared del todo, ni si quiera a alejarse mucho del centro, porque al día siguiente te puedes despertar sin dientes, o con un rabo de gato, etc.

Felicidades a todos aquellos eclécticos.

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