domingo, mayo 19, 2013

De entre todas las comparaciones que se han podido inventar sobre el amor, la que más me gusta es la siguiente:


Podríamos poner una balanza antigua, de esas que funcionaban a contrapeso, situada encima de una plancha caliente, y eso sería el amor.

Si nuestra balanza tiene un centro firme, se alza a partir de unas bases bien establecidas, seguro que todo aquello que le ocurra, podrá ser soportado.

Si los pesos están bien distribuidos, no habrá errores de entendimiento ni cálculo.

Si en ambas partes de la balanza, colocamos la misma cantidad de peso, nadie se verá descompensado.

Si hay demasiada descompensación, una de las partes tocará la plancha ardiendo, y seguramente la balanza entera dejará de funcionar para lo que se construyó.

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