En un mismo día quise morir, por dos sentidos quizá carecentes de razón, estúpidos incluso, pero demasiado sinceros como para jugar con ellos.
Sentí primero que entre tanta mierda todo olía a simple, a sucio y sin sentido. Sentía que todo aquello cuanto corría a mi alrededor, cuanto me tosía y besaba, era puro plástico.
La importancia era efímera y no pesaba más, que la pluma de un rapaz nacido dos horas atras.
Y quise como Viktoria, morir. Decidí hacerlo fallando después.
Horas luego, olvidada mi despreocupación, me alsaltó todo. Como un océano entero como yo, su único objetivo. Y yo sin ser más que la rapaz pluma de esas horas atrás.
Cuanto me inundaba dudaba si podría aguantar un segundo más por ver el rostro de mi amor una vez más, cuando tarde era para descubrir q aquel océano, era una gota de una rota botella.
Quise morir de nuevo...
Ambos, desencadenaron ríos de roja libertad por mis brazos.
Ahora, pasado un año a medio contar, leo esas blancas cicatrices, que no son mas que brutales palabras en un diario de piel, que sólo yo aprendí a leer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario